
El final de la hegemonía del dólar
Los BRICS desafían la hegemonía del dólar estadounidense. . El yuan digital . Final abierto
El final de la hegemonía del dólar
El análisis de la viabilidad de que el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) desafíe la hegemonía del dólar estadounidense implica una mirada profunda a la desdolarización y la emergencia de alternativas como el yuan digital. El esfuerzo de los BRICS por reducir la dependencia del dólar es real y está motivado principalmente por la conveniencia económica y, de forma crucial, por el deseo de mitigar el riesgo de posibles sanciones financieras por parte de EE. UU.
Los BRICS ya han logrado avances significativos. Han impulsado el uso de sus propias monedas en el comercio bilateral. Rusia, bajo fuertes sanciones occidentales, ha intensificado el comercio con China e India utilizando el rublo y el yuan/rupia, respectivamente. Esta estrategia no solo facilita el comercio, sino que también reduce la exposición a los sistemas de pago occidentales, como SWIFT. Además, los convenios de Swap de divisas entre sus bancos centrales han facilitado el comercio, permitiendo transacciones sin la necesidad de utilizar el dólar como intermediario.
Beneficios inmediatos: menos riesgo y más eficiencia
La reducción de la dependencia del dólar ofrece beneficios centrales e inmediatos para estas economías. En primer lugar, los países obtienen una menor vulnerabilidad a la política monetaria de EE. UU. Al realizar transacciones en monedas locales, se protegen de las fluctuaciones de la Reserva Federal (Fed), cuyas subidas de tipos de interés históricamente han causado fugas de capital y un endeudamiento más caro en dólares para los países emergentes. Asimismo, se logra la atenuación del riesgo de posibles y arbitrarias sanciones, un tema que predomina en la agenda mundial. La dependencia del dólar y del sistema de pagos SWIFT expone a los países a ser blanco de restricciones financieras; sin embargo, los swaps en monedas locales ofrecen una vía para un comercio menos vulnerable a las imposiciones geopolíticas.
En segundo lugar, se obtiene una mayor eficiencia y facilidad comercial. Evitar la necesidad de convertir la moneda local a dólares y luego a la moneda del socio comercial reduce drásticamente los costos operativos y las comisiones para las empresas, lo que se traduce en una disminución de los costos de transacción. Además, al utilizar monedas propias, los acuerdos agilizan los mecanismos de pago, facilitando un comercio más fluido y rápido y, por ende, impulsando el comercio intrabloque.
El desafío a largo plazo: La Moneda de reserva global
Si bien la desdolarización del comercio avanza, desafiar la hegemonía del dólar a largo plazo es una tarea extremadamente compleja. La preeminencia del billete verde no se basa solo en el comercio, sino en su rol como moneda de reserva global, lo cual es mucho más difícil de reemplazar. Una moneda de reserva debe cumplir con requisitos esenciales: debe ser segura (emitida por una economía con un sistema legal estable y un riesgo crediticio bajo), líquida y, fundamentalmente, libre y convertible (sin controles de capital).
Parecería que es altamente improbable que los BRICS puedan crear una moneda única de reserva que desafíe al dólar a largo plazo. Las diferencias económicas, ideológicas y políticas entre los miembros son enormes: Brasil y Sudáfrica son democracias de mercado, mientras que China y Rusia son estados autoritarios. Esta falta de alineación, junto con la ausencia de un mercado de deuda BRICS unificado, se erigen como barreras insuperables por ahora para el surgimiento de un verdadero competidor del dólar.
